Revista Colombiana de Educación
0120-3916
Universidad Pedagógica Nacional de Colombia
https://doi.org/10.17227/rce.num82-11379

Recibido: 28 de febrero de 2020; Revision Received: 7 de julio de 2020; Aceptado: 6 de julio de 2020

La infancia en los relatos biográfico-narrativos de abuelos, padres y nietos: cambios y permanencias (1950-2020)*

D. Posada-Giraldo, **

PhD in Education student, Universidad de Antioquia. Faculty of Education teacher, attached to the Department of Early Childhood Education, Universidad de Antioquia. Universidad de Antioquia Universidad de Antioquia Faculty of Education teacher Department of Early Childhood Education Colombia

Resumen

El presente artículo de investigación explora los cambios y permanencias en las concepciones de infancia que emergen de los relatos biográñco-narrativos de abuelos, padres y nietos de diez tríadas intergeneracionales originarias del municipio antioqueño de El Carmen de Viboral, cuyas vidas transcurren entre la segunda mitad del siglo XX y las primeras dos décadas del siglo XXI. Los datos se produjeron mediante una combinación de entrevista narrativa y entrevista episódica; para el caso de los nietos entre los cinco y seis años se utilizó la conversación en un escenario de juego con la participación de las madres. Se empleó análisis de generaciones. Los hallazgos muestran el predominio de la infancia como experiencia, como espacio y temporalidad; asimismo, revelan tensiones entre la concepción de infancia moderna como etapa de desarrollo y el avance hacia la instalación de una concepción de infancia como sujeto de derechos que diezma el ejercicio del poder por parte de los adultos basado en el castigo y en el temor y que empodera a los niños y jóvenes como sujetos de saber.

Palabras clave:

Infancia, biografías, abuelos, padres, nietos.

Abstract

This research article explores the changes and the constancy in the conceptions of childhood that emerge from a series of biographical-narrative stories of grandparents, parents and grandchildren from ten intergenerational triads1, originating in the Colombia municipality of El Carmen de Viboral, sub region of Eastern Antioquia located 54 kms from Medellin. The time span of this research is between the years of 1950 to 2020. The data was collected through a combination of both narrative and episodic interviews. In the case of the grandchildren between the ages of five and six, a game-type conversation was used with the participation and assistance of the mothers. A generational-analysis technique was used to analyze the data. The overall findings show the predominance of childhood as an experience, as a space and a temporality. Similarly, the findings reveal tensions between the conception of modern childhood as a stage of development and the progress towards the inception of childhood as a subject of law that decimates the exercise of power by adults,- based on punishment and fear- , and empowers children and young people as subjects of knowledge.

Palabras clave:

Infancia, biografías, abuelos, padres, nietos.

Resumo

Este artigo de pesquisa explora as mudanças e a permanência nas concepções de infância que emergem das histórias biográficas-narrativas de avós, pais e netos de 10 tríades intergeracionais originárias do município de El Carmen de Viboral, em Antioquia (Colômbia), cujas vidas ocorrem entre a segunda metade do século XX e as duas primeiras décadas do século XXI. Os dados foram produzidos através de uma combinação de entrevista narrativa e entrevista episódica; no caso dos netos entre cinco e seis anos, a conversa foi utilizada em um cenário de jogo com a participação das mães. A análise de geração foi utilizada. As descobertas mostram a predominância da infância como experiência, como espaço e temporalidade, além de revelar tensões entre a concepção da infância moderna como estágio de desenvolvimento e o progresso em direção à instalação de uma concepção da infância como sujeito de direitos que dizimam o exercício de poder por parte dos adultos, com base no castigo e no medo, e que capacita crianças e jovens como sujeitos do conhecimento.

Palavras-chave:

infância, biografias, avós, pais, netos.

Introducción

La infancia como constructo conceptual data de la modernidad y se origina en occidente hacia los siglos XVI y XVII, en un contexto histórico y social caracterizado por el crecimiento urbano y el mejoramiento de las condiciones de higiene y salubridad que condujeron a la disminución de la mortalidad infantil, y que, sumadas a otros factores, llevaron al surgimiento de lo que Phillip Aries denominó el "sentimiento moderno de infancia". Este fue el responsable de su reconocimiento como etapa específica de la vida en contraposición a la etapa adulta y produjo la separación entre ambas (Alzate Piedrahíta, 2003; Diker, 2008; Runge Peña, 2009), en virtud de una naturaleza infantil heterónoma e irracional que requiere de los cuidados, la protección y la orientación de los adultos en atención al amor filial y a la severidad. Esta concepción hace del niño un sujeto dependiente frágil, educable y de la infancia el tiempo de espera y preparación para la adultez (Diker, 2008).

Para Gaitán Muñoz (2006), la infancia es un espacio vital en el que se desarrolla la vida de los niños; reproducido y la vez transformado por ellos mismos (Vergara et ál., 2015). Por su parte, Carli (2010) hace referencia

[...] al niño de la calle, el niño consumidor, el niño peligroso y el niño víctima, [llamando la atención sobre] la manera como los medios los posicionan [y propone] en medio de tanta pluralización, la infancia como figura que alude a una temporalidad y un espacio de existencia común a restituir para interpelar al Estado y la sociedad [...] ante el aumento sin precedentes de la miseria infantil. (2010, p. 372)

Aguilar et ál. (2016) hacen referencia a las nuevas infancias, como aquello que diferencia a los niños de antes de los de hoy en función del "uso de las nuevas tecnologías, la aparición de los dispositivos jurídico-legales de protección a la infancia, al ideal moderno sobre esta, a las diferencias en la estructura familiar o a la misma experiencia infantil" (p. 68) y a su presencia en los medios masivos de comunicación, lo que entra en choque con las concepciones tradicionales (Runge Peña, 2008).

Más recientemente viene instalándose la concepción la infancia como sujeto de derechos (Alzate Piedrahíta, 2003).

Desde la segunda mitad del siglo XX se ha presentado un conjunto de fenómenos a escala global en los campos económico, tecnológico, social, político y cultural, fenómenos que se ven reflejados en los actores individuales y que provocan transformaciones en su percepción del mundo. Se trata, pues, de un cambio de paradigma hacia la denominada globalización o mundialización4. Este cambio trae consigo la pérdida de la centralidad en las instituciones integradoras, entre ellas la familia y la escuela, la redefinición de los roles parentales, cambios en las relaciones intergeneracionales y de poder; ya la familia socializa de otra manera y la escuela opera como lugar de una experiencia individual donde se construyen significaciones subjetivas, lo que da lugar a formas de socialización que privilegian los procesos de individualización y de subjetivación (Delory-Momberger, 2015).

En la misma dirección, Taberner Guasp (2012) sostiene que la familia ha perdido su capacidad de transmitir, mientras que Bertaux y Thompson (1993 en Bornat, 1994) y Bertaux y Bertaux-Wiame (1994) contradicen este argumento y reivindican, mediante diversos estudios, el poder de la familia como transmisora de cultura (concepciones, valores, pautas de comportamiento y modelos para las relaciones) de una generación a otra a través de distintas formas de interacción, particularmente de las historias que cuentan sobre sí mismos, pues es mediante esta acción como los sujetos dan forma a sus experiencias; dicho de otro modo, se construyen narrándose.

En este estado de cosas, cobra importancia sobre el telón de fondo del cambio de paradigma antes descrito, explorar las concepciones de infancia en un grupo compuesto por miembros de distintas generaciones5, pertenecientes a familias originarias de una localidad antioqueña caracterizada por el arraigo a sus costumbres, a través de los relatos que cuentan sobre sus vidas, para aproximar respuestas al siguiente interrogante:

¿Qué cambios y permanencias se observan en las concepciones de infancia que emergen de los relatos biográfico-narrativos de abuelos, padres y nietos de diez tríadas intergeneracionales originarias del municipio antioqueño de El Carmen de Viboral, cuyas vidas transcurren entre la segunda mitad del siglo XX y las primeras dos décadas del siglo XXI?

En el primer apartado se presenta la metodología con la cual se orientó la investigación; en el segundo, los resultados en atención a la relación de reciprocidad entre concepciones de infancia y prácticas educativas familiares6 que emergen de los datos y que relacionan infancia y juego, género, castigo y religiosidad; trasegares entre trabajo, escuela y actividades extracurriculares; tecnología y control; interpelaciones a la concepción de infancia como etapa de desarrollo y la pérdida de la adultocracia ante la instalación progresiva de los niños como sujetos de derecho y de saber, que permiten leer de cerca las transformaciones que vienen presentándose en las concepciones, así como las permanencias que se resisten a ceder y, finalmente, unas breves conclusiones.

Metodología

Se trató de una investigación cualitativa longitudinal en tanto se ocupó de identificar y comprender procesos de cambio ocurridos a lo largo de un periodo establecido (1950-2020), en cuanto a las concepciones de infancia en la población partícipe. Se llevó a cabo mediante el análisis de generaciones, que implicó la obtención de relatos de vida individuales agrupados en tríadas intergeneracionales7 y comparados entre sí de acuerdo con su pertenencia a determinada generación (abuelos, padres o nietos) (Caïs Fontanella et ál., 2014).

El relato de vida es necesariamente longitudinal y se entiende como

la historia que una persona escoge contar sobre la vida que él o ella ha vivido, contada tan completa y honestamente como sea posible, mediante aquello que recuerda de esta y lo que el informante quiere que los otros sepan de la misma, usualmente como resultado de una entrevista guiada por otro. (Atkinson, 1998, en Ca'fs Fontanella et ál., 2014, p. 31)

La población estuvo conformada por treinta sujetos agrupados en diez tríadas intergeneracionales (vinculados en calidad de abuelos, padres y nietos) pertenecientes a familias originarias del municipio antioqueño de El Carmen de Viboral y cuyas vidas transcurren entre 1950 y el 2020.

Se configuraron dos sagas familiares. La primera (figura 1) incluyó cuatro tríadas intergeneracionales descendientes de tres hermanos nacidos a finales del siglo XIX y una quinta integrada por la esposa del abuelo de una de las tríadas, su hija y su nieto. La segunda (saga 2) incluyó tres tríadas descendientes de un matrimonio, los abuelos de las tríadas son hermanos entre sí. La novena tríada está compuesta por la esposa de uno de los abuelos, su hija y su nieto; y la décima, por el esposo de una de las abuelas, su hijo y su nieto.

Saga 1

Figura 1: Saga 1

Fuente: Elaboración propia.

Saga 2

Figura 2: Saga 2

Fuente: elaboración propia

Las edades de los abuelos oscilaron entre los 52 y los 96 años. Las de los padres, entre los 25 y los 56; y las de los nietos, entre los 5 y los 22. En cuanto a los niveles de escolaridad, estos se encuentran entre la primaria o el bachillerato incompletos en el caso de algunos abuelos, bachillerato, nivel tecnológico y universitario para los padres y entre transición, pasando por quinto y sexto grado de educación básica, hasta los primeros semestres de educación superior para los nietos. Entre las profesiones encontramos, para el caso de los abuelos, que ellos dedicaron su vida laboral a la agricultura, la enseñanza en la escuela primaria, la vigilancia, el comercio en tiendas de víveres, la conducción de transporte público y a atender sus hogares como amas de casa. Los padres trabajan en los campos de la panadería, atención bancaria, docencia en educación media y superior, comercialización de flores, ingeniería y medicina. Los nietos son estudiantes. Uno de ellos, de 22 años, trabaja ocasionalmente como modelo en campañas publicitarias y videos musicales, y una de 11 años de edad ha participado en programas de televisión, varias novelas y en una película.

Como métodos para la producción de datos se combinaron la entrevista narrativa (Appel, 2005) y la entrevista episódica (Flick, 2004). Para los nietos pequeños, con edades entre los cinco y seis años, se recurrió a la conversación con la presencia de la madre en un escenario de juego.

El trabajo de campo se llevó a cabo entre marzo del 2017 y mayo del 2019. Las entrevistas se realizaron en las residencias de los participantes (previa explicación y diligenciamiento del consentimiento informado), ubicadas en los municipios de El Carmen de Viboral, Medellín, Envigado y Sabaneta; las entrevistas correspondientes a la madre 7 y la nieta 7 se realizaron vía Skype, dado que residen en Miami.

Para el análisis de la información, se procedió a la transcripción de las treinta entrevistas realizadas, y a la lectura, codificación y categorización de la información, en función del análisis de generaciones, como se anotó antes.

Resultados

A través de sus relatos biográfico-narrativos, los abuelos, padres y algunos de los nietos que participaron en esta investigación viajaron de nuevo hasta su infancia, sin escapar a un cierto manto de bruma impregnado de nostalgia que se deja leer en expresiones como ¡Ah, tiempos aquellos!, Hum, casi no recuerdo... recuerdo poco, ¡Ah, sí! Recuerdo que... Para algunos nietos, la infancia es hoy asombro, cotidianidad, una especie de modo sostenido en el que habitan; para otros, un espacio del que parecen estar saliendo silenciosamente en puntas de pie, pero del cual nunca escaparán del todo. A continuación se presenta el análisis por categorías.

Infancia y juego

¿A qué jugamos? ¡¡¡A los legos!!! Vea... señala la repisa en la que están sus legos (juguetes armables) ¡Ayyyy, ufff! [denotando cansancio en la voz y al parecer deseo de no seguir siendo interrogado] ¿Podemos jugar a algo? [Levantando la voz] ¿Ya podemos jugar? [Se exaspera al sentirnos a su madre y a mí por fuera del juego] Ahhhhh. (Nieto 5, 6 años)

Quizás en muchos contextos la palabra más comúnmente asociada a la infancia sea juego. Recientemente se hizo viral en las redes la imagen ecográfica de un bebé que en el vientre de su madre se impulsaba con sus pies y se mecía plácidamente como en el mejor de los columpios. Jugar en el campo, correr, deslizarse, nadar en las quebradas, comer de los frutos de los árboles sembrados a la orilla del camino y salir corriendo para que no te atrapen, jugar con tierra y un palito, con un trompo (abuelos 1, 2, 6 y 9, abuela 7, nieto 6) apostar carreras, hacer de un palo de escoba un corcel impresionante (abuelo 5). Jugar en la calle con bolitas de cristal, con un rin de bicicleta dándole la vuelta a la manzana, jugar con pelota y en grupo con toda la gallada de la cuadra yeimis, escondidijo, ponchao o quemao y ya más grandecitos hasta chucha americana (madres 1, 4, 5, 7 y 8, padres 6 y 9). "La calle era un lugar seguro", "mi mamá nos ponía cuidado" (madre 4). Por su parte, la madre 7, lleva consigo ese un pedacito de su patria que es Colombia al jugar con sus hijas en una calle de Miami, en el sector donde residen y presenciar con alegría cómo se van sumando otros niños.

¿Y cómo dejar de lado las muñecas con sus trajes y todo su equipaje, las cocinas, los carritos, los aviones los trenes, los balones, las bicicletas que las abuelas 4 y 7, los abuelos 5, 6 y 9 les regalaron a sus hijos? ¿Y el atari y el telebolito de los que el padre 6 no se despegaba y que fueron precursores del Play y la consola de videojuegos y los otros juegos electrónicos disponibles en la actualidad para tabletas, celulares y computadores con los que disfrutan no solo niños, sino también jóvenes y adultos? No obstante, valga la pena la acotación que hace la nieta 1 para completar el panorama:

Mi hermana y yo amamos los peluches y todavía nos gusta jugar con ellos pero como ahora todo se volvió tan virtual, ya somos todas con el iPod, que con Netflíx, que con las tareas, que con lo otro, más complicado, seguir con los juegos de antes. (Nieta 1, 14 años)

A este respecto, se advierte preocupación en todos los abuelos, en las Madres 1, 5 y 7 y en la nieta 2 por el desplazamiento del juego al aire libre y las actividades creativas a causa de la predilección por el juego a través de las pantallas.

Infancia y género

una familia de cuatro hijos, yo fui la segunda, con muchas responsabilidades desde niña porque como era la mujer y es una familia tradicional 100 %, entonces con muchas responsabilidades, hummm, muy sometida, mi hermano mayor siempre fue como el que quería mandarme y marcar la pauta más que el papá y la mamá, entonces él se hizo presente ahí, como ¡Yo mando! (Madre 3, 45 años)

Las cosas eran así: las mujeres desde niñas en la casa dedicadas a los oficios domésticos, ellas más delicadas, los hombres en las labores del campo y en la calle; ellos más fuertes, con un trabajo más físico, "había dormitorio aparte pa' las muchachas" (padre 2, abuelas 3, 4, 7 y 8) aunque algunos caballeros dicen haber aprendido a cocinar (abuelos 1, 5, 6 y padre 6), mientras que la madre 1 afirma que la situación en su casa era más inequitativa:

Un hogar machista, a los hombres no les estaba permitido que tocaran una trapeadora, se volvían maricas, a nosotras desde chiquitas nos tocaba lavarles los tenis, trapear, barrer, llevarles a la comida a la cama. Eran más exigentes con las mujeres, y más permisivos con los hombres, pero finalmente eso nos hizo verracas [luchadoras]. (Madre 1, 46 años)

Infancia y castigo

Se advierte la pervivencia del castigo físico con disminución en su intensidad, una mayor prevalencia y reconocimiento de su valor formativo en los abuelos (1, 5 y 6), en las abuelas (3, 4 y 10) y en los padres (2 y 6), un temor y rechazo del mismo en las madres (1 y 3), una disminución significativa en las madres (4, 7 y 8) y en el padre 9; también se observa una "cierta mesura" en su aplicación, consistente en bajarle a la intensidad: "Usted no le vuelva a pegar a la niña que usted, no se mide, más bien me dice y yo le pego cuando la situación lo exija" (madre 7) y en la abuela 7, que se deja leer en la siguiente expresión: "¿Por qué le pega a la niña?, yo no le pegué a usted, pero si le va a pegar, péguele en cualquier otra parte pero no en la cara". Una actitud decidida a erradicar el castigo físico con sus hijos en las madres 1 y 3: "A la niña no me le vuelve a pegar, es cuestión de hablar con ella" (madre 1); "A uno le pegaban, a mi hijo yo no le pego y casi nunca le grito" (madre 3). De las "pelas" con rejo, correa, cables, palos y chanclas a la palmada y al pellizco, pero un "pellizquito" que hasta deja cicatriz.

La gran mayoría de nietos ya no alude, como las dos generaciones que los preceden (abuelos y padres), a la prevalencia del castigo físico. Este es más bien esporádico y más leve: " A mí sí no me pegaban, la verdad si me han pegado una vez, no me han pegado dos y eso está bien, yo creo no es necesario" (nieto 3). Se observó el predominio del regaño y de las restricciones en las salidas, el uso de la televisión, el computador y el celular; es de anotar que varios de los participantes afirmaron que no hubo necesidad de que los castigaran porque solían ser muy juiciosos (Abuelo 9, padre 9 y nieto 9, abuela 8 y madres 8 y 7).

Infancia y religiosidad

Todos los participantes de este estudio nacieron y crecieron en la fe católica, la devoción a la Virgen María expresada en el rezo del rosario, la asistencia a la misa dominical, la ceremonia de la primera comunión, el matrimonio por la Iglesia estuvieron presentes en la generación de abuelos y padres y aparecen con claridad en sus relatos, acompañadas de expresiones reiterativas como "Gracias a Dios" o "¡Ay Dios mío!" a excepción de las madres 3 y 5.

El rosario se rezaba en diferentes momentos del día: "Por la tarde y hasta la nochecita todo el mundo a jugar en la calle, pero eso sí a las 8 y media todo mundo tenía que irse pa' las casas a rezar" (madre 1, 45 años). "Mientras se rezaba el rosario se hacía la aguapanela" (padre 2, 56 años) "Ibamos a hacerle la visita a la abuela paterna los sábados a las 4 de la tarde y era a rezar el rosario" (madre 4, 48 años).

Ir a la misa los domingos exigía una presentación personal decorosa, y a su vez ofrecía posibilidades para socializar "uno tenía dos muditas de ropa, una pa' la semana y otra, pa' uno ir a misa" (abuelo 6, 72 años).

Los domingos yo me volaba pa' misa de 12 y después me entraba pa' una casa que tenían restaurante y me ponía hacer empanadas y me daban tamal y allá me conseguí un novio. (Abuela 3, 70 años)

Varios miembros de la segunda generación, la de los padres y madres, atribuye de manera explícita sentimientos de espiritualidad y religiosidad al vínculo establecido con sus abuelos: "yo era la ñaña [consentida] de papito yo mantenía con él, me llevaba a misa los domingos, me decía que tenía que tenerle mucho respeto a Dios, que fuera muy juiciosa y cosas así" (madre 10, 25 años). "Mi abuelito materno era muy rezandero, a él le aprendí a rezar... mi abuelita paterna también muy rezandera, murió de un infarto en la iglesia en lo que a ella le gustaba" (padre 6, 49 años).

Me criaron con costumbres muy arraigadas de los paisas y los antioqueños que es cuidar la familia, y rezar. Mi abuelita, que siempre ha sido muy espiritual, oraba mucho por mí y al ella orar como que me tranquilizaba y me bajaba todos los miedos que yo sentía. (Madre 7, 39 años)

Por su parte, la madre 8 comenta: "Por la noche les leemos cuentos, los ponemos a rezar junticos y ya los hacemos dormir y cada uno pa' su cuarto", refiriéndose a dos hijos de dos y cinco años.

Con respecto a la tercera generación, es decir, la de los nietos, se advierten varias tendencias: ninguna alusión a la religiosidad en el caso de los nietos 5 y 6 y las nietas 2 y 8, una expresión tajante de distancia: "Con las cosas de la Iglesia yo no me meto" (nieto 4, 19 años); "¿Cuál diablo?

¡Eso es pa' que a mí me dé miedo! ¡Yo no he visto a Dios por ninguna parte! (nieta10, 5 años); alusiones a la primera comunión en el caso de las nietas 1 y 7 y los nietos 3 y 9: "Yo hice la primera comunión en Colombia y de regalo me dieron mucha plata" (nieta 7, 11 años); "Yo voy a empezar el catecismo para hacer la primera comunión" -y al preguntarle si desea hacerla o qué piensa sobre eso responde: "No, sé, no sé porque no sé" (nieto 9, 10 años), el mismo que señala "vamos a misa, rezamos todas las noches y por la mañanita casi nunca, pero nos va bien rezando, le rezamos a Dios".

En el cuadro 1 se presenta el caso de la tríada intergeneracional 1 en lo que a prácticas religiosas se refiere, por considerarlo ilustrativo para leer los cambios que se van presentando al respecto al pasar de una generación a otra.

Cuadro 1: Cambios en las prácticas religiosas en el paso de una generación a otra

Fuente: elaboración propia

Infancia entre trabajo, escuela y actividades extracurriculares

que no que él no me iba a poner a estudiar, que una mujer pa' qué estudiaba, que a la mujer no le valía el estudio que se consiguiera un esposo que la mantuviera. Y yo llorando: apá, éntreme. Yo madrugaba a despachar los hermanos y a despacharme yo, pero ya no me alcanzaba el tiempo porque también teníamos que vender quesitos. (Abuela 3, 70 años)

La infancia de seis de los diez abuelos puede nombrarse como una infancia rural y trabajadora (abuelos 1, 2 y 6, abuelas 3, 7 y 8). Cinco de los diez abuelos se vieron forzados a dejar la escuela porque tenían que trabajar, o bien asumiendo las labores domésticas y de crianza de los hermanos por muerte de la madre (abuela 3) o en la agricultura por muerte del padre (abuelo 2), en el sector textil para aportar a la manutención del hogar (abuela 7) y en el sector transporte (abuelo 6) o por enfermedad de la madre en las labores del hogar (abuela 8). Para la segunda generación, la de las madres y padres, la relación se invierte; es decir, siete de los diez padres estudiaron al menos hasta el bachillerato y algunos sus carreras tecnológicas y universitarias sin responsabilidades laborales (madres 4, 5, 7, 8, 1 y padre 9) no así la madre 3 y el padre 2.

El recuerdo del tiempo de infancia remite casi que automáticamente a la escuela para abuelos y padres. Para los primeros, el ingreso era a la edad de ocho años cumplidos. Los abuelos 1 y 5 antes de esa edad asistieron al kínder de la señorita María, lo que da cuenta de la existencia en el municipio de al menos una alternativa de educación infantil, previa al ingreso a la escuela primaria. Las madres 3 y 5 aludieron a su paso por el preescolar. Las madres 7 y 8, el padre 9 y todos los nietos aluden a su paso por la "guardería", hecho que da cuenta de la escolarización de la infancia a edades cada vez más tempranas.

Entre las imágenes que conectan infancia y escuela, aparecen aquellas centradas en lo relacional, que involucran a los maestros: "La señorita Socorro era muy querida" (abuela 4, 72 años), "las profesoras eran muy groseras yo casi me orinaba del miedo que de pronto me pegaran" (abuela 8, 66 años). A los compañeros: "Había una compañerita mordelona que me hacía salir corriendo" (padre 9, 39 años). Al posicionamiento de sí mismos: "En la guardería, yo me sentía el rey de todo eso" (nieto 6, 22 años). A los espacios: "Me encantaba la manga, el arenero, la piscina de bolas" (madre 8, 33 años). A la relación con el saber y el aprendizaje: "Allá me enseñaron muchas cosas, yo aprendía fácil" (abuela 3, 70 años); "Lo que más me gusta de la escuela es aprender" (nieto 9, 10 años); "He perdido muchos años, no tolero el ambiente de ningún colegio, es como una impotencia, de no querer estar ahí, ninguna metodología me sirve" (nieto 4, 19 años); o a los espacios de participación en el gobierno escolar ("He sido representante de grupo y estado en el consejo estudiantil, me ha gustado, lo tienen a uno en cuenta pa' muchas cosas y además los compañeritos me obedecen" (nieto 9, 10 años).

En todos los abuelos, incluyendo aquellos que tuvieron que abandonar la escuela, es notoria la valoración que hacen de la educación formal y los esfuerzos realizados para que sus hijos, es decir, la segunda generación, la de los padres y las madres, pudieran cursar estudios universitarios. Asimismo, la valoración de las actividades deportivas, culturales y artísticas en las cuales los inscribieron, hecho que se ve reflejado con mayor énfasis en la generación de los nietos que llevan una rutina aún más intensa que la que sus padres vivieron en cuanto a las actividades extracurriculares (clases de cerámica, guitarra y baile, ciclismo, artes marciales, semilleros, entre otras).

Infancia, tecnología y control

La presencia de la tecnología se deja leer en la generación de los abuelos en el uso de la radio; en los padres y madres, en el uso de la televisión, los computadores y los celulares para efectos de su trabajo y de comunicación en la vida cotidiana; en los nietos, a través del uso recreativo de la televisión y la plataforma Netflix (nieto 9), las consolas de videojuegos y los juegos en línea (nieto 6) y los tutoriales de YouTube de Baby Alive (nieta 10). La presencia de la infancia en los medios masivos de comunicación se vio representada en la participación en el concurso de Miss Miami Baby, comerciales, programas de televisión, tres telenovelas y en una película, con una estricta supervisión y acompañamiento de la madre (nieta 7, 11 años).

El uso de la tecnología es progresivo, su influencia en los estilos de vida es innegable. Ha acompañado los tiempos de infancia de las distintas generaciones y ha incidido en la configuración de sus subjetividades; los sitúa de cara a los avances tecnológicos y los obliga a posicionarse.

Pareciera advertirse una diferencia marcada por el género, que reúne a un abuelo, tres padres y un nieto, en cuyos relatos se deja ver cómo la evolución de la tecnología ha influido en sus formas de devenir niños, en una lectura que compromete los modos de vida de la generación que los antecedió, la propia mientras transcurrió su infancia y que intuye la de las generaciones que están por venir y que pareciera comprometer cada vez más la existencia de los sujetos para el mundo, en función del acceso a la tecnología y su utilización (véase el cuadro 2).

Cuadro 2: Relación tecnología-infancia: cambios generacionales en una tríada de género masculino

Fuente: elaboración propia

De manera similar, en relación con el género, pero esta vez para el caso de las mujeres, la restricción y el control sobre el uso de la tecnología reúne a las abuelas 4, 7 y 8; a las madres 1, 7 y 8 y la nieta 2 en sus apreciaciones (véase el cuadro 3).

Cuadro 3: Restricción y control del uso de la tecnología en una tríada de género femenino

Fuente: elaboración propia

Todos los entrevistados reconocen la importancia de la tecnología, en especial sus bondades para la comunicación y el aprendizaje (nietas 1, 2 y 7 y nietos 3, 6 y 9) para extender los vínculos sociales (nieta 1). Por otra parte, abuelos y padres señalan, entre los peligros a los que pueden exponerlos los contenidos nocivos, como pornografía (abuelas 4 y 3), aislamiento (abuelas 3, 10 y madres 5 y 10), adicción (abuelas 7 y 8, abuelo 9, nieta 1), sedentarismo (madres 5, 7 y 8, padre 6 y nieta 2) incluso la trastocación de la escala de valores otorgándole prelación a la virtualidad sobre lo presencial (madre 4). En mayor medida señalan que su uso inadecuado contribuye a la desintegración de las familias y al distanciamiento afectivo (abuelas 3, 7, 8 y 10; abuelos 6 y 9, madre 5, padre 2).

Sobresale la postura de la madre 3, abiertamente en favor de la tecnología, que invita a no satanizarla y a reconocerle toda su potencialidad para la democratización del conocimiento y la superación de las desigualdades:

la tecnología potencia todo lo que uno quiera ser, ahí está la gama de posibilidades [...] sobre todo el Internet democratiza el conocimiento [...] es la oportunidad para los más pobres, para las personas de más lejos, hay libros que solamente estaban en Estados Unidos en las grandes bibliotecas allá o en Europa y ¿cuándo uno iba a acceder a ese conocimiento? ¡Nunca! Es cuestión de querer. (Madre 3, 45 años)

En lo que respecta a la generación de nietos, se advierte el desarrollo de criterios claros frente al uso de la tecnología (nietas 1 y 2, nietos 3 y 6), un uso restrictivo y controlado por los padres (nietas 7 y 10), habilidades para su manejo a pesar de su corta edad (nietos 5 y 9); "yo a veces veo fotos y juego jueguitos en el celular de mi papá y en mi tablet el juego de un osito, y en Yu Tu" (nieta 8, 5 años), mientras su madre asegura que la niña no manipula este tipo de artefactos.

Cabe anotar que en esta materia se encuentra el ejemplo más claro de transmisión ascendente o socialización inversa (Strom y Strom, 2017), es decir aquella que va de los más jóvenes (nietos) hacia los mayores (padres y abuelos) y que se ve reflejada en los siguientes testimonios:

La hija mía me regaló un celular que tiene de todo, pero yo no lo sé manejar, yo mejor me quedo con el viejito, pues yo solo lo uso pa' contestar cuando me llaman, pero eso sí el nieto mío que tiene 13 años me dice: ¡hágale, mamita, saque ese celular que yo en 10 minutos le enseño a manejarlo! (Abuela 3, 70 años)

"Tiene seis años y sabe manejar la Tablet, el televisor y el celular al derecho y al revés y no soy la más tecnológica" afirma la madre 5, al referirse a su hijo, el nieto 5.

No pues ya uno tiene que preguntarle a ellos, uno no sabe, ellos son los que entienden, saben todo. Ya uno no sabe nada. Ellos son los que entienden, no que tan, tan [repite el gesto de teclear en el celular], ja ja ja. (Abuelo 6, 72 años)

La infancia interpelada

La infancia, entendida como una etapa del desarrollo, enmarcada en unos límites etarios es interpelada por las voces de un abuelo que transita del lugar de padre que cuida al del hijo que es cuidado: "Yo soy un muchachito de 97 años. Las hijas me dicen: ¿Cómo está el muchachito? ¡Lindo el muchachito! (abuelo 2, 96 años)", y por dos nietos, uno que parece padecer su infancia que terminó de súbito, pero que a la vez no lo abandona:

yo no podía creer que la vida se había pasado tan rápido, como que la niñez mía se desapareció tan rápido, como si hubiera cerrado los ojos y la niñez se hubiera ido, como si hubiera amanecido ya con otras ideas, con otros sueños, ya ni siquiera con sueños. yo lloraba mucho, veía alucinaciones imágenes todas locas como fotografías mías de niño, muy chiquitico eran como unos recuerdos todos extraños. (Nieto 6, 22 años)

Y por otro nieto sobre el cual penden varios diagnósticos y que ha vivido su paso por la escuela, tan asociada a la infancia, con impotencia, que se siente incomprendido y que ante la demanda de crecer que le hace el mundo adulto, pareciera intentar responder buscando con ahínco y sin descanso la manera de aumentar en 10 centímetros su estatura: "Mi verdadero sueño es crecer hasta los 1,90 de estatura" (Nieto 4, 19 años).

Entre la pérdida de la adultocracia, los niños como sujetos de derechos y la responsabilidad educativa

He aquí las voces de tres abuelos que hablan por sí solas:

Ellos son los que mandan...

Ya ellos son los que mandan, ya uno no manda, ya uno recibe es órdenes, tumban la casa y salen calladitos y no pasó nada, el abuelo verá cómo organiza, llegan a mi casa a y que le diga uno: siéntese allá, no se mueva, no me toque nada, cuidaito brinca allí, no prenda el televisor, no coja el teléfono, ¿qué hace uno? ¡Los frustra de una! Entonces lo que hace el niño es sentirse reprimido: papá, mamá el abuelo me dio estas órdenes, aquí vienen y hacen lo que les da la gana y no se les dice nada. (Abuelo 5, 76 años)

¡Los demando!

Y ahora vea que si uno castiga lo demandan. ¿Había usté visto eso alguna vez? ¡Nunca! Ahh castígueme, pégueme y verá que la demando allá y le ponen no sé qué y no sé cuántas. Yo digo la verdá. Cuidé once hermanos y cuatro hijos, sufrí más cuidando estos cuatro que once y eso que no eran tan horribles, ya la vida ha cambia'o mucho, ya no hacen caso pa' nada, todo es un trabajo que no. eso no. vea que vaya a tal parte. no no no, yo no. vea qué trabajo tan horrible o diga que no ha cambia'o mucho la vida. (Abuela 3, 70 años)

Ni Dios ni el diablo

Cien por ciento ha cambiado todo, la crianza de los hijos, primero a uno le hablaban y con una mirada o un pellizquito que le metieran ahí mismo uno hacía caso y le hacían dar a uno miedo que el diablo, ya ahora hasta el diablo sale arria'o de huida de los culicaga'os, más endiabla'os ellos. porque por ejemplo yo le digo ahí a la nieta: ¡Ahí viene el diablo! y me dice: ¿Cual diablo mamita?, ¡usté me dice eso es pa' que a mí me dé miedo! Otra vez la niña estuvo hospitalizada por problemas de riñón, y yo: mijita, dele gracias a Dios que la alivió. Y ella: Noo mamita los que me aliviaron fueron los doctores, yo no vi a allá a Dios por ninguna parte. (Abuela 10, 52 años)

Conclusiones

Las concepciones que se tienen de la infancia para el caso de este estudio están marcadas por las maneras como se atravesó ese tiempo y se habitó ese territorio (Carli, 2010) o como aún se habita, es de decir, por la experiencia, y esta, a su vez, es influenciada por las relaciones establecidas y las prácticas (de crianza, socialización y educación familiar y escolar) vividas en los contextos, los grupos e instituciones de pertenencia y a un nivel más amplio por el devenir histórico, económico, político y social propio de la globalización y sus efectos inherentes a los procesos de modernización y de cambio.

Como bien se anotó en la introducción, la adopción de la perspectiva generacional permitió identificar cambios y permanencias en el contexto de la globalización (1950-2020) en las ideas sobre infancia, en las formas de ser niño y niña, en las relaciones entre las generaciones adultas (abuelos y padres) y las generaciones infantiles y juveniles (nietos) en función predominantemente del uso de la tecnología y de los efectos de estas sobre el aumento del consumo (nieta 10, 5 años; abuelo 6, 70 años) y la extensión de las relaciones a través de las redes sociales (nieta 2, 14 años), la incursión en los medios masivos de comunicación (nieta 7, 11 años), cambios en las formas de gobernanza de los individuos señalada por casi la totalidad de los abuelos, todo ello en tensión con la preocupación por mantener ciertas tradiciones, entre ellas la religiosidad, que se ve reflejada en la generación.

Puede observarse que coexisten concepciones diversas sobre la infancia: como etapa del desarrollo (Alzate Piedrahíta, 2003); como tiempo de disciplinamiento, educación y escolarización en la familia y en la institución escolar; como demarcación entre la infancia y la adultez (Runge Peña, 2008); como sujetos de derecho (Aguilar et ál., 2016; Alzate Piedrahíta, 2003) y de saber en función de su relacionamiento con la tecnología (Aguilar et ál., 2016).

Estas concepciones son interpeladas por las experiencias de vida que, en ocasiones, reúnen a miembros de las distintas generaciones partícipes, y que, en otras, los separan. Quizá este es uno de los hallazgos más novedosos, junto con algunas diferencias marcadas por el género, en las que la tríada 6 de línea masculina hace una lectura de la infancia en función del cambio generacional, en contraste con la tríada 7, de línea femenina, que lo hace desde prácticas educativas de control, ambos posicionamientos en relación con el uso de las nuevas tecnologías.

La infancia como etapa del desarrollo enmarcada en límites de edad, es interpelada por dos sujetos, uno perteneciente a la generación de los abuelos (abuelo 2, 96 años) y otro a la de los nietos (nieto 4, 19 años). El primero rompe los límites etarios al hablar de sí mismo como un muchachito de 97 años y evidenciar su tránsito del lugar de padre que cuida y provee, al de hijo que es cuidado por sus hijas. El segundo, al responder, a sus 19 años de edad, a las demandas de normalización y crecimiento que garanticen su salida de la infancia, con el fervoroso deseo de aumentar su estatura.

La concepción de infancia que ve a los niños como seres frágiles y vulnerables es puesta en tensión por abuelos que vivieron lo que podría denominarse infancias rurales y trabajadoras (abuelos 1, 2 y 6 y abuelas 7 y 8), así como por los niños y jóvenes que en virtud de su relación con las nuevas tecnologías se posicionan como sujetos de saber (nietas 1, 2 y 8 y nietos 5, 6 y 9), oponiendo resistencia al control ejercido, principalmente por sus madres, desde las prácticas educativas que implementan.

En la misma dirección, se observa la emergencia del paradigma de la infancia como sujetos de derecho, que trae consigo una cierta pérdida de la adultocracia (Runge, 2008), ostentada en muchos casos en nombre de su responsabilidad educativa por abuelos, padres y otros adultos significativos, en función de los desarrollos de la psicología, la pedagogía y los dispositivos jurídicos que cuestionan el ejercicio de la autoridad basado en ciertas formas de castigo y la disminución del poder de prácticas religiosas que infunden temor: "Ellos son los que mandan" (abuelo 5), "Los demando" (abuela 3), "Ni Dios ni el Diablo" (abuela 10). En la misma dirección, el caso del nieto 9, de 10 años de edad, relata su experiencia sostenida como representante de grupo, en la que alude a la importancia de participar en las decisiones que se toman y la puesta en escena del ejercicio del poder sobre sus pares ("Los compañeros le obedecen a uno").