Editorial

Decir que los seres humanos construyen el conocimiento no implica validar de manera automática al primer campo de saber que lo afirme. Esto, más bien, permite situar el constructivismo como un campo de límites difusos, de conceptos en formación, de desarrollos por líneas de trabajo diversas en fin, de un trabajo teórico como cualquier otro que esté vivo; gobernado por la incertidumbre, y sin el recurso de la realidad para demostrarse. De la vitalidad de este debate dan testimonio los artículos aquí publicados, al tiempo que se constituyen en una invitación a que la actitud del maestro frente a su quehacer pase por establecer una relación con la comunidad académica.